lunes, 3 de octubre de 2016

Fanfic: One million of lives, one million of stars.

¡Recordarte no tiene que ser doloroso!

Aquel día, un vestido negro que envolvía desde su cuello hasta sus pies, perfectamente amoldado a su figura, de suaves y delicados olanes en diferentes tonalidades semitransparentes grisaceas, agregando una enorme capa semicircular negra de tela brillante y tacones cerrados de charol del mismo color con una cinta alrededor de su tobillo , fue el conjunto que usó Lina para asistir al aniversario de lo que fue, y seguía siendo, su mayor pérdida. Para su frustración, aún no había conseguido atrapar al o las o los culpables. Un especie de antifaz, asegurado de su cabello recogido y hecho de una tela traslucida obscura, se encargaba de aminorar la intensidad de sus amatistas y esconder su dolor. Frente a toda esa gente, quienes iban a ofrecerle sus condolencias, ni una pequeña lágrima derramó, tampoco aquello sucedió en el camino de regreso al palacio. 

Sus primos, especialmente Sheiyn, se encontraba mirando a Lina por encima de su rabillo, discreta; se preguntaba si la castaña no sentía nada o si solo se había olvidado de "esa" persona. Dos pensamientos totalmente absurdos, por supuesto. La verdad era que, la joven reina, le costaba horrores tener que mostrarse a lo más cercano de la inexpresividad, puesto que una vez que puso un pie dentro del castillo y pidió que no la molestasen, se encerró en su habitación, en cuyo interior todo se transformó en un mar de lágrimas. Gerald estaba al tanto, la había escuchado. Los pasillos se mantenía en silencio, ni una sola alma sonreía. No solo Lina la pasaba mal, sino que también, todo Drunai. 

La situación comenzó a ponerse de cierta forma extraña cuando Gerald percibió que los sollozos de su familiar habían cesado. Justo de pie en el umbral la llamó por su nombre una sola vez. Sin respuesta. Hubo una segunda, tercera y cuarta vez. Nada. El rubio comenzó a preocuparse y alarmarse, ¿cómo no? sabía muy bien lo que vendría no sería nada bueno... los golpes de su puño, e incluso de sus patadas sobre la puerta y sus desesperados gritos, resonaron en el lugar, por lo que Sheiyn y el pequeño Ryuma no tardaron en llegar al tiempo que se mantenían asustados junto con otros nobles que también habían sido atraídos por el ruido. 

Lina, por su parte, antes de que en el exterior se armase un escándalo, cuando ni el murmullo del viento se asomaba por el marco de la ventana, había estado ahogando sus penas sobre su almohada hasta el punto en el que decidió tratar de detenerse y sencillamente, dirigirse a por un pañuelo. Al ponerse de pie, notó algo peculiar en el espejo de cuerpo completo en la esquina de su cuarto; le parecía más bien como si este le regresase la mirada en lugar de ella a este mismo. Con lentitud, casi con cautela se acercó sin despegar sus ojos de su reflejo; solo era todo el torbellino de sentimientos plasmados en el cristal. Fue el momento en el que retiró su antifaz cuando observó sus ojos hinchados, rojos... se sonrió débilmente a sí misma, compasiva. ¿Por qué siempre que terminaba llorando, su rostro se convertía en un desastre?. De la nada, una ocurrencia inesperada, obscura, arrasó su mente... "¿Y si..." Su visión reposó sobre lo que era un frasco de pastillas, que, si se tomaban en exceso, podrían efectuarse como veneno. Fue tentada y por ende, sujetó el frasquito para verter una cantidad considerable de píldoras sobre la palma de su mano contraria. En el momento exacto en el que se encontraba dispuesta a ingerirlas, sus pensamientos la pararon en seco. "¡¿Qué demonios crees que estás haciendo?! ¡¿Estás loca?!" Su subconsciente reprobó sus acciones, regañandola y entonces, recordó a Yale; su forma de ser... sí, también esas veces en la que él mismo se buscaba un espacio para acompañarla fuera del palacio y no solo eso, sino la manera en que se preocupaba por su gente, los ayudaba, guiaba y proporcionaba lo que fuese necesario. Se trataba de un ser benévolo y valiente, siempre, sin importar lo que fuese, enfrentaba los problemas con la cara en alto y sin titubear. Lo admiraba plenamente. 

Cayó al suelo sobre sus rodillas, sintiendo traicionarse a sí misma. Ya le era de poca importancia que todas las pastillas se regasen a su alrededor. Esto no era lo que él hubiese querido; seguramente, también la hubiera reprendido y detenido. Ella debía de convertirse de igual forma en una persona sumamente fuerte, no simplemente por sí misma, sino por el bien de los demás. Tenía personas a las que cuidar. ¿Quién había dicho que estar a la cabeza de la línea real era fácil? Del mismo nivel de privilegios que se le concedían, las obligaciones eran igualitarias en grado. Finalmente se levantó de nuevo sobre sus tacones, acomodó su precioso vestido negro, limpió su rostro, arregló su cabello y recuperándose gradualmente, sus pasos la llevaron hasta la puerta de la habitación. Al jalar hacía ella el pomo de la entrada, usando su clásico gesto, ceja arqueada y labios ligeramente fruncidos hacía abajo, observó a la muchedumbre atónita que se había aglomerado fuera de su alcoba y a algunos jóvenes nobles, junto con Gerald, sudorosos y jadeantes por pelear con la puerta y su fortaleza.

—Exijo saber la razón de este alboroto. 

No, no se encontraba enojada, sino que, más bien, sorprendida. Visualizó de arriba a abajo la madera del umbral e hizo silencio unos cuantos segundos.

—¡Vaya! Miren como han dejado esto... chicos, cuando vuelvan a enojarse, por favor, a la próxima no usen mi puerta para desquitar su furia. Saben que el jardín del ala izquierda hay un centro de entrenamiento. 

Gerald sonrió y avergonzado, se dispuso a contestarle a Lina en una voz semi ronca.

—Es una puerta difícil de tratar, Su Alteza...

Mientras tanto, los padres de los jóvenes involucrados negaron con la cabeza, dedicándoles una mirada de disgusto a sus propios hijos. Lina sonrió, por fin. Por supuesto que estaba divertida; había recordado cuando sus padres la regañaban cuando hacía de las suyas por ser la más pequeña y consentida de la familia.

—¡Vamos! ¿Por qué esas caras largas? ¡Hoy es un día para celebrar y honrar a nuestro anterior y amado rey~! 

Sheiyn se hizo espacio entre la multitud y su voz hueco en el recinto.

—Disculpe, Su Majestad... —Carraspeó—. ¿Se encuentra usted bien? creímos que...

La jovencita de cabellos azules, los mismo que los de su madre, la tía de Lina, tragó saliva, pues no se atrevía a completar su frase. La castaña entendió inmediatamente lo que Sheiyn quería decir; un pensamiento obscuro… el suicidio.

—No ha pasado nada, querida.

Contestó tranquilamente Lina con una sonrisa que se extendió por todo su rostro, añadiendo un toque burlesco a su expresión.

—Mmh-mmh~ Presiento que, a partir de ahora, a Drunai le costará trabajo deshacerse de mí... 
Su tono no era autoritario, ni mucho menos dominante, seguía divertida y aquella burla, no iba hacía Sheiyn, sino hacía ella misma.

—No me retiraré hasta dar por terminado los pendientes que Yale dejó y crear nuevos proyectos para hacer de este planeta un mejor sitio para vivir. 

Y así sería, definitivamente. Haría que las palabras de su fallecido amado viviesen; aquella "fortaleza inquebrantable" con la que se refería al carácter de Lina, pasara a ser parte de Drunai. Y sin darse cuenta, su madurez se desarrollaba y ascendía, provocando que mirase las cosas y situaciones con más claridad y realismo. Podía ser boba, risueña y temperamental, pero claro, eso no quitaba que fuera inteligente y comenzara a volverse astuta. Algo dentro de ella había nacido, no estaba segura de qué, pero era algo poderoso y ello, sería la herramienta ideal para que su desarrollo como una líder ejemplar y el desmoronamiento de sus debilidades e inseguridades.

—¡Así que, mis leales y queridos súbditos, vayan a comer y beber para recuperar fuerzas! ¡Está noche se llevará a cabo un baile en honor a nuestro buen y fallecido gobernante pasado~! 

La gente al escuchar las palabras de la castaña, comenzó a dispersarse. A la mayoría, o mejor dicho, a todos se les veía de mejor humor. ¿Por qué tener que recordar a alguien, cuyo corazón había dejado de latir hace tiempo, tenía que ser triste? ¡Bah! ¡Eso acabaría ese mismo día y de inmediato!. 


Continúa al capítulo 7. (No disponible)



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